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viernes, 2 de mayo de 2014

Desigual

El anuncio de Desigual en el que una mujer pincha los condones que va a usar porque fantasea con lo bien que le quedará un vestido estando embarazada ha tenido un fuerte impacto en el activismo feminista. Durante varias horas mi timeline se ha convertido en una gigantesca explosión de rabia contra un spot que trata a las mujeres de aprovechadas frívolas y rastreras, capaces de hacer cualquier cosa (incluso quedarse embarazadas) con tal de estar guapas. Sin embargo, creo que aquí hay más cosas, cosas más profundas y viles, a las que no deberíamos dejar de prestar atención.

Para empezar: creo que nadie ha entendido el anuncio fuera de ciertos círculos. Preguntadle a cualquiera de vuestros conocidos (excluyendo, claro, a personas con una cierta concienciación en el tema) si el anuncio de Desigual es machista. Desearía muy fuerte que la respuesta más común no fuera “no, machista no, en todo caso feminista / hembrista / feminazi”, pero no soy muy optimista al respecto. Efectivamente: hay gente, y no poca, que cree sinceramente que un anuncio tan repulsivo y estereotipador busca afirmar de alguna forma la posición de la mujer, en vez de menoscabarla.

En realidad tampoco sorprende. Lo que el anuncio nos presenta es una mujer que busca quedarse embarazada por una frivolidad. Luego, se supone, o abortará u obligará al padre a hacerse cargo de la manutención del niño, dos cosas contra las cuales vocifera toda la cultura patriarcal que nos ha criado y que tenemos incrustada en el fondo de nuestra cabeza. Esa cultura patriarcal, que durante años pareció estar en retroceso, está saliendo de nuevo a la luz. Las mentiras sobre el “derecho a la vida”, la presentación de la custodia compartida como una cuestión de justicia, el constante y machacón bulo de las denuncias falsas, la visión de la feminista como una mujer fea, lesbiana y amargada… Todo está ahí, detrás del discurso de todas esas millones de personas que no son “ni machistas ni feministas” pero “joder con las feminazis”.

¿Es entonces tan raro que un anuncio en el que se presenta a una mujer obteniendo una “victoria” de alguna clase sea tachado de hembrista? ¿Que tanta gente sea incapaz de ver el supurante machismo de esa representación de la mujer? Aún más: ¿cuántos hombres están ahora haciéndose las víctimas del anuncio y exigiendo a las “feminazis” que protesten por un spot que, según creen, les ataca a ellos? Por supuesto, ninguno se ha molestado en ver que las feministas sí se están moviendo, porque para qué: saben que no lo están haciendo porque el anuncio es hembrista y ya sabemos la doble vara de medir que tienen estas subvencionadas. Y cuando se les dice que de hecho sí está habiendo actividad porque el anuncio es de una misoginia brutal, te miran con cara de culo y te dicen “¿dónde ves tú la misoginia?”

Por otra parte, imaginemos que en el spot no hubiera nada que pudiera interpretarse como un ataque a los hombres. Que apareciera, con ese tono de coñita que caracteriza a los anuncios de Desigual, una mujer estereotipada de cualquier otra forma. ¿Cuántas de las personas que ahora se echan encima de “las feminazis” por callar estarían llamándolas exageradas? No te pases, mujer, que sólo es un anuncio. Que sólo es una broma. No pretenderás ponerle límites al humor, ¿no? Y toda esa mierda.

Es todo eso lo que ha sacado a la luz el anuncio de Desigual. Victimismo, misoginia, falta de información y estupidez a partes iguales. Y odio, mucho odio contra las feministas, esas que están todo el rato quejándose de cualquier cosa pero no abren la boca cuando aparece un anuncio hembrista. Lo ha dicho hace un rato Andrés Diplotti: cuando lo que molesta es 1) que calles y 2) que hables, está claro que lo que molesta es que existas.


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